martes, 3 de mayo de 2016

Una nube entre totas y wawaus...

Primero empecé un blog en el que pretendía hablar de mis viajes, luego acabé escribiendo mis pensamientos y experiencias en un cuaderno de los de papel de toda la vida con un boli, que es mucho más auténtico y siempre me salió mucho más fácil. Al tiempo que  disfrutaba de un atardecer en una playa o a tumbos y con letruja mientras viajaba larguísimas horas en autobús. Sentada delante de la compu, es imposible; no me centro. Me llama el Facebook, la actualidad política, los mails, siempre hay que comprobar el precio y estado de algún vuelo para alguien de España a Argentina o viceversa. 

Después empecé un blog para Naia ; cumplido su primer año de vida y completado el típico diario de "los primeros 365 de tu bebé" decidí seguir anotando sus avances y aventuras en un blog que pudiera ser leído por todos mis seres cercanos, aquéllos que en la distancia anhelan tener a su nieta, sobrina, ahijada.... y por circunstancias de la vida no han podido venir a vernos aún. Pero no hubo mucha respuesta, al menos de quienes más la esperaba, y quizás esa necesidad constante de "feedback" me ha frenado de seguir escribiendo las aventuras de la pequeña Moonwish....

Ahora empiezo un tercer blog, así, a caballo entre los dos; para escribir los pensamientos que me vengan, signifiquen mucho o no. Sean de Naia o de viajes o de lo que he leído en la prensa un martes por la mañana, o si voy a la radio de Naineck e intercambio opiniones con mi amigo Andy. Si de pronto un circo o una feria itinerante en Clorinda me hace sentir en el siglo pasado. Sin que tenga que ser nada poético o excesivamente bueno literariamente hablando. Simplemente porque leo a mi admirada Ibone Olza y entiendo que se puede hablar de cualquier cosa, sin pensarlo demasiado. Intentando solo que la gente te entienda o liberarse de alguna carga que contándola se hace menor. Cosas que quieres que se sepan. No hay por qué estar esperando a tener una idea para premio Nobel. 

Quizás algunos de los que en la distancia me extrañan me lean, quizás lo hagan otros nuevos desconocidos que tengan curiosidad, pero en cualquier caso liberaré mis ganas de contar muchas veces cosas para las que no encuentro oídos, mis ganas de gritar mi frustración para con la política en mis dos países: aquel en el que nací, que cada vez lo percibo más como la "España cañí" que definía Sabina... Llena de fachas y retrógrados que prefieren la corrupción sin límites ni vergüenza de los que llevan siglos robando, antes que dar una oportunidad al pueblo, por primera vez representado. 
¿En qué quedó la ilusión del 15M? ¿El sueño que algunos creímos cumplido? Lástima de ignorancia. Poder mediático. La izquierda es minoritaria en España. Eso es obvio, pero creí que no era así en Argentina... ahora lo dudo, mi actual país siempre me había atraído por la militancia de los argentinos que había conocido por el mundo. Ellos nunca se callaban. Cazerolazo. Corralito. Todos a la calle. Ahora ha dejado atrás la gloriosa etapa del Kirchnerismo para echarse de nuevo en brazos del neoliberalismo y los yankees, como cangrejo ignorante de ojos vendados, sin atender a razones. 
¡Qué triste el panorama político actual en todos lados! Culmina la torta el tema de los refugiados en Europa. Vergüenza. Al final parece que están ganando los malos. Y eso que son menos. 

Prometo que no siempre escribiré con este pesimismo. Es que la política últimamente me hunde. Salvo cuando oigo hablar a Pablo Iglesias....  Él sí me devuelve la fé. 

Otro día más y mejor. 

jueves, 24 de febrero de 2011

"Fragmentos del diario de viaje" 18/10/2010

     "Aún quedan dos semanas para que dé comienzo mi aventura por las Américas, pero hace tiempo dije que este cuaderno de viaje empezaría con su planificación y como ésta no ha sido precisamente intensiva, pues puede ser resumida así, a dos semanas de partir.
     Pensaba, hace unos instantes nada más, víctima del primer insomnio causado por el tema-viaje, en las prioridades y las personas... ¿de qué depende aquéllo a lo que damos prioridad? ¿podría decirse que soy derrochadora? No lo creo. Es simplemente, cuestión de prioridades.
     Para mi, las cosas son secundarias: tengo una mierda de coche, comparto un piso del IVIMA en un barrio gitano, no llevo cosas caras ni de marca (sí, soy una cutre =) como diría el Bruny: "de mercadillo" -me gusta casi más-) Y tengo claras mis prioridades. Siempre las personas sobre las cosas. Los lugares nuevos, los encuentros, las aventuras... por encima de los coches guapos, las teles grandes, los caprichos materiales en general. Es el contacto interpersonal lo que me motiva, lo que me mantiene viva; seguir creciendo, conociendo, descubriendo y haciendo a otros descubrir. Para mi, sin duda, esa es la prioridad. Y no es más rico el que más tiene si no el que menos necesita. De lo material, entiendo, porque en lo personal yo siempre quiero más; más personas interesantes por conocer, más ciudades maravillosas por descubrir, más amor, más deseo, a veces más compartir, otras más introspección, pero siempre más.
     Variedad, novedad, destapar todos los tarros, abrir todas las puertas, y al mismo tiempo seguir mirando al pasado con el gusto del que sabe que siempre será reciente.
     Hoy me ha invadido un pelín el miedo. El miedo a la soledad, a la añoranza, y bueno... causantes todos, al final me ha invadido también un poco el miedo a los peligros que puedan acecharme; pero en fin, mochilera, segura, no demasiado confiada aunque abierta a lo que el destino y la carretera me deparen, ya sí, ahora lo siento: Tengo el corazón de viaje ***"

domingo, 23 de enero de 2011

MONTAÑITA: LA CIUDAD QUE NUNCA DUERME

El pueblito son básicamente tres calles verticales que cruzan con otras tres horizontales en paralelo a la playa. Magnífica la playa, eso sí: grisácea arena fina hasta donde alcanza la vista, agua clara y fuerte oleaje, digno del océano Pacífico que tan poco honor hace a su nombre; carritos ambulantes que venden ceviche con ostras del tamaño de medallones de merluza, 
sombrillas de colores, hamacas... vendedores de todo lo imaginable caminan por la playa haciendo aún más fácil la vida del turista que no quiere hacer nada más que descansar al sol y relajarse. Ensalada de frutas, deliciosas focaccias, croissants, mojitos...
La estancia aquí ha sido como unas vacaciones dentro del viaje, “la vida del backpacker a menudo no es tan relajada”.

Montañita: sexo, alcohol, drogas y surf” así se titula un libro que encontré
 hace unos días en el mostrador del bar de un amigo chileno... - “pues no he hecho surf - pensé para mis adentros – ¿tendré aún tiempo de aprender?”. “The city that never sleeps...” de ahí el titulo de esta aventura, y cómo no decir que las Navidades, la Nochevieja en particular, el Año Nuevo y los días cercanos, son particularmente fuertes en lo que a turismo y fiesta se refiere.


Debo agradecer a los franceses la idea de pasar aquí estas fiestas navideñas, pues Ecuador apenas entraba en mis planes, y ha sido una grandísima elección; 
además los reencuentros siempre son hermosos y volver a encontrarme con ellos, y con los dos rastas de Malta que conocí en Popayán, 

cuando el derrumbe de la Panamericana al sur de Colombia me impidió salir del país, fue tan divertido como enriquecedor. 
Babas es una persona con un aura fuera del normal, uno se siente bien tan sólo estando a su lado, relaja el alma y su sonrisa calma el espíritu, sientes ganas de abrazarlo.
¿¡y qué voy a decir de Abraham “taca taca”!? Sobran las explicaciones, conocerlo, es quererlo.


Es curioso cuando estás viajando, 
sobre todo viajando solo, sientes que las relaciones son más intensas en mucho menos tiempo, puesto que compartes con las personas que conoces todo tu tiempo. A parte creo que uno es más él mismo cuando no está subyugado por las alienaciones del día a día, el trabajo, el estrés, la presión de la sociedad estresante y consumista en la que vivimos. Consecuentemente, encontrar a alguien con quien has pasado tres o cuatro días enteros es casi tan emocionante como reunirte con un amigo de toda la vida.

Tras la odisea vivida para salir del país, y un arduo viaje de treinta y una horas desde Popayán hasta Puerto López, exhausta, me encontré con mis amigos en un hostel muy cuco de esa pequeña villa costera. 
Fue una alegría volver a ver, casi dos meses después a Elian y Yoann, primeros amigos en esta aventura suramericana, con los que había pasado un gracioso viaje en autobús Barranquilla-Santa Marta, y felices días en Taganga/Sta. Marta cuando Nacho aún formaba parte de mi aventura; eran ahora tres, pues en Ecuador se habían unido con Antonin, amigo suyo de la universidad, que hablaba español de España con un toque de acento sevillano, y es, sin duda, un personaje carismático donde los haya, al tipo no se le acaba la cuerda, siempre cantando, bailando, tocando la armónica... lleno de energía de la buena, y de los que se la contagia al resto.

Pasamos un día de relax playero (que falta me hacía) y partimos rumbo a Montañita con el siguiente amanecer. Ellos habían viajado por la costa haciendo autostop desde Canoa y pretendíamos hacer lo mismo hasta nuestro destino final, pero claro, ya no éramos tres si no cinco, pues además de conmigo, se habían encontrado con otro francés: Marc, que habían conocido en Lataconga.

Fue divertida la experiencia, al menos intentarlo, salimos con nuestras mochilas del pueblo y al inicio de la carretera, alzamos nuestros pulgares a todos los “pick-up” que pasaban, con tal suerte que nos paró uno pero no hacía el recorrido entero, así que tras dejarnos en Puerto Rico, ni siquiera a mitad de camino, y al ver que no estaban muy por la labor de llevarnos los vehículos que pasaron en la siguiente media hora, dadas las ganas que teníamos de llegar a Montañita, acabamos por tomar un colectivo. (Autobús para los españolitos)

Y por fin, a mediodía llegamos a Montañita, la “ciudad” es como la describían, un poco gringo-land pero al tiempo es un pueblo lindo de casas de bambú y techos de paja, con palmeras y hippies parchando en sus calles, lleno de restaurantes, puestos de cócteles y comida ambulante, música sonando en cada esquina... y la maravillosa playa de la que antes hablaba.
Los franceses tenían intención de pasar aquí sólo la Navidad y partir después rumbo Cuenca para no demorarse demasiado en su viaje hacia Perú y Bolivia, pero a mi, tras haber escuchado muchos comentarios sobre la magnitud de las celebraciones de fin de año en el lugar y ante la posibilidad de que llegasen mis amigos malteses, la idea de quedarme más tiempo me rondaba ya por la cabeza.

Los primeros días fueron tranquilos, el sol no dejó de brillar ni uno sólo, así que nos dedicamos casi en exclusiva a tomar el sol, nadar, dormir hasta tarde, beber riquísimos cócteles y zumos (aquí jugos) que venden por $2 o $1,5 respectivamente, ver como el sol usaba el cielo de paleta tiñéndolo de mil y un colores, y desparramar un poco las primeras noches.
La Navidad fue genial, pese a que la cena fuese deplorable, ya que cenamos en un restaurante bastante gringo, caro y de servicio muy poco profesional; pero nada logró quitarnos las ganas de pasarlo bien. El pueblo estaba bastante vacío y calmado, y la noche anterior había sido dura, pero afortunadamente encontramos un sitio muy bueno donde tocaba en directo una banda, y parece que se encontraba allí toda la gente que había salido en el lugar. En él amanecimos y nos dirigimos a la playa.
 Suerte tuvimos que al sol no le dio por salir muy pronto y pudimos seguir de charla y cerveceo mañanero sin que nos matasen los intensos rayos del astro rey, pues aquí cuando el Lorenzo pega, PEGA. Risas, bailes, nuevos amigos, música de todo tipo y Yoann hecho un auténtico crack, así definiría nuestra Navidad.

Cuando ésta pasó, la ciudad empezó a sufrir la transformación inversa al momento en que nos encontramos ahora. Cada día había más gente. El hostel “El Centro del Mundo”, frente al mar, en el que nos encontrábamos prácticamente solos el día 24 estaba completamente lleno para el 29 y en las calles se amontonaba la gente. Y ya se preveía lo que iba a ser la Nochevieja: una auténtica locura, a la que el trío franchute no pudo resistirse. Así que decidieron quedarse.

En esa semana previa al gran evento conocimos a los “viajeros más locales”, gente que estaba viajando y por una razón u otra se había quedado en Montañita, buscado un trabajo y decidido hacer plata para así poder continuar su viaje un poco más adelante. La primera fue Indira, una colombiana chiquitita y linda, que nos sirvió en la catastrófica cena navideña y acabó con nosotros bailando en caña grill y tomando cerveza en la playa la mañana del 25, nos hicimos amigas casi inseparables, fuimos a la playita y de farra nocturna juntas; con ella estaba Ricky, un argentino supermajete, y Carla, una nena peruana, amor platónico de Antonin, a la que conocí menos, pero que también parecía bien simpática; “la negra”, con la que siempre coincidía en el bar de Rodri, un gran tipo chileno que acababa de inaugurar “Los Calzones” junto a Carlos, otro compatriota.
En frente del cual hicimos un asado para la cena de Nochevieja, capitaneado por “el gringo”, un argentino, aunque su nombre despierte la duda, y Nuria (su novia) una española de León, que junto con Irate (vasca, como adivinareis por el nombre) y Noelia, son toda la representación española de mujeres que he encontrado en el camino. Y todas estaban semi-viviendo en Montañita...
Así que cenamos todos juntos: franceses, malteses y la selección hispano-latina local, pero a las 23:30 volvimos al hostel para tratar de juntarnos con los argentinos que compartían el gran dormitorio con nosotros desde un par de días antes, pero no los encontramos.

Habían llegado el día 28 al centro del mundo, y pasaron casi inmediatamente a ser el centro del mío, tres porteños: Nicolás “Amor”, el más jovenzuelo del grupo, de tonada encantadora y actitud cameladora típica de argentino, pero dulce y entrañable; Miguel, siempre alegrándonos la vida con su guitarra y sus canciones; Fede ¡qué puedo decir! otra joya...y acompañaba con la caja y el chapulín colorado las canciones de Miguel; 
y otro más: Héctor Hugo, de Jujuy, “el pelao” gran tipo, merecedor diría de un capítulo en exclusiva en este blog, que se encuentra haciendo una serie de voluntariados, trabajando sobre todo con animales, Bolivia, Perú, y ahora dirección Colombia...
Ellos se habían juntado, kilómetros antes, en Máncora, creo recordar, y tenían intención de trabajar y conseguir hacer algo de plata antes de seguir su camino. Resultado de sus variopintas ideas, acabaron vendiendo mojitos en la playa, “negocio” que no les fue para nada mal los días en que fui testigo de sus ventas.
Sólo decir que tanto ellos, como el otro Federico, que cayó en mi vida como un ángel con cara de indio, tocando la armónica, en el momento que más necesitaba conocer a alguien que me hiciera “cambiar el chip”; las cinco cordobesas: Mechi, Sol, Noel, Guille y Juli, que pasaron a ser siete (con Flor y Chili) y resultaron también de buenísima onda; los italianos Marco, Dani y Stefano y algún otro alma errante más, alegraron mis días en Montañita hasta que finalmente decidí reanudar mi viaje en soledad. Días de playa y noches de farra, con Babas y Abraham también hasta el final.
“Hermanos de otra madre”, (como decía Abraham) como los voy a extrañar...

A Montañita, a las navidades menos planeadas y mejores de los últimos años, pero sobre todo a la maravillosa compañía con la que tuve la suerte de contar, dedico este capítulo tan poco “objetivo” de mi blog.
Espero verlos en Buenos Aires, Madrid, Barcelona, Malta, Córdoba, Cuba, Lyon...o allá donde nuestros pasos nos vuelvan a unir... 
Feliz 2011 y sobre todo, Feliz Vida amigos ;)  


miércoles, 29 de diciembre de 2010

SANTA MARTA Y TAGANGA EN LA COSTA CARIBEÑA

Dado que nuestro amigo en Bogotá estaba trabajando entre semana, decidimos partir rumbo norte al día siguiente de llegar, para poder visitar las ciudades de Santa Marta y Cartagena de Indias, de la cual todo el mundo hablaba maravillas. Santa Marta sin embargo, sería sólamente nuestro campamento base para tomar el trekking hacia la Ciudad Perdida de los Tayrona y disfrutar de las playas del Caribe a la vuelta.

La llegada ya fue algo “abrupta” pues debido al temporal, el avión no pudo aterrizar en Santa Marta, así que nos dejó en Barranquilla (ciudad vecina) y después de hacernos esperar un par de horas entre el avión y una sala del aeropuerto, decidieron completar el camino a nuestro destino final en autobús, sin reembolso o compensación monetaria alguna, claro está.
Ese fue para nosotros el primer indicio de algo quedaría más patente en semanas subsiguientes: “Colombia is different” ...y dirán luego de “Espain” pero no, no... Locombia se lleva la palma.

Si hay algo que he aprendido en este viaje es que todo pasa por algo, y cada retraso, cada altercado o inconveniente dibuja el trazo de tus pasos en el mapa de una manera diferente a la esbozada, poniendo personas maravillosas en tu camino y dando lugar a situaciones pintorescas pero siempre emocionantes, fruto sin duda del capricho del azar y el destino.

Esta aventura aeroportuaria nos hizo conocer a Elian y Yoann, dos franceses de Lyon, que habían comenzado también su viaje en Bogotá y se dirigían a Taganga/Cartagena para conocer el norte de Colombia antes de unirse a un tercer amigo en Ecuador. Tocada por mi vena más solidaria, al darme cuenta de que no se estaban enterando de la misa la mitad, sentados detrás de nosotros en el avión, me di media vuelta y les pregunté para intentar traducirles y explicarles lo que estaba ocurriendo en mi francés agonizante.
No sirvió para mucho más que hacernos amigos, puesto que aún subiendo al autobús, dos horas después, Elian no se había enterado que no era Santa Marta la ciudad en la que nos encontrábamos, y ¡era el que más parecía comprender de los dos! never mind, yo había hecho todo lo posible.
En el autobús conocimos a Will, (más adelante será bautizado como “Mitowill”) un rasta australiano de Byron Bay, que acababa de encontrarse con su hermana, tras varios meses de viaje por las Américas, recorriendo Chile en auto y viviendo “mil aventuras”. Para amenizar el trayecto del colectivo, Will nos invitó a vino chileno y vodka a palo seco, que bebimos mientras reíamos y contábamos anécdotas.

Llegamos a casa de Felipe, en Taganga sobre las 10 de la noche, 6 ó 7 horas más tarde de lo planeado, pero ahora éramos 4 y nuestros nuevos amigos merecían, desde luego, el precio de la espera. Alquilamos un bungalow para 4, la mar de lindo, y cruzamos los dedos para que tras la tormenta, viniese la calma y saliera el sol a la mañana siguiente permitiéndonos disfrutar de nuestro primer baño en el mar Caribe.

Y así fue. Pasamos juntos 3 días estupendos, aderezados con risas, ron, salsa colombiana, aceite de coco y zanahoria, pescadito fresco, mulatas costeñas, y el deleite de algún otro manjar lugareño. 
Es Caribe y hace un calor bochornoso, tanto si brilla el sol como si se oculta tras las nubes; las calles están sin asfaltar, el ritmo de vida es tranquilo y los lugareños son pachorrones, sin esa prisa europea que nos hace a todos correr de un sitio para otro sin apreciar la realidad que encontramos a nuestro paso, realidad que no es individual como a veces nos creemos, sino compartida con otros, que tan sólo percibimos parcialmente, desde nuestra ocupada vida, llena de obligaciones y relojes.

En la costa caribeña de Colombia vayas donde vayas suena música de fondo; el vallenato, la salsa, la cumbia, son todas parte de la banda sonora de las vidas tranquilas y relajadas de los lugareños, que se sientan en los estaderos, al borde de carreteras y caminos, a verla pasar. Tal cual, sin más estrés o preocupación que comer hoy y tener un techo bajo el que dormir cuando venga la tormenta. Así de sencillo. Los niños juegan en la calle, los perros descansan del abrasador calor en sombras cercanas, el vendedor ambulante ofrece frutas tropicales y zumos por el día, o arepas con queso, hamburguesas y salchipapas... a la caída de la tarde...
No tuvimos la suerte de conocer las playas blancas de arena fina que describía Curro, donde bucear entre corales y peces de colores, y bañarnos en aguas transparentes. La lluvia mermó en gran parte el objetivo de descansar en el Caribe, y la resaka de celebraciones posteriores a la aventura de Ciudad Perdida, nos hizo perder alguno de los pocos y valiosos días que teníamos cuando aún disfrutaba de las vacaciones con Nacho. “Next time”
Por tanto, la única playa que conocimos fue la de Playa Grande, atravesando un monte cerca de Taganga, que no estuvo mal, pero nada que ver con lo imaginado.
El agua es algo turbia y la arena no muy fina, aunque tuvo su encanto, comimos pescado rico y nos masajearon con aceites frutales.

Nos separamos de nuestros nuevos amigos en Santa Marta, antes de partir rumbo Ciudad Perdida, a donde no nos acompañaría, pero nuestra aventura continúa en Cartagena de Indias y prometo contarla antes de que termine el año...

lunes, 4 de octubre de 2010

Sudamérica en mente...

Soy nueva en esto del "blog" pero he pensado que con motivo del ya cercano viaje a las Américas en el que estoy a punto de embarcarme, tal vez sea la mejor manera de poneros al día con mis aventuras y desventuras en esos maravillosos parajes por descubrir...

El próximo 1 de Noviembre me marcho a Bogotá, con intención de pasar los próximos meses viajando por el continente americano. La primera toma de contacto será con Nacho, visitaremos a nuestro amigo Curro en Bogotá y luego partiremos hacia el norte del país, visitando Cartagena de Indias, Santa Marta y la Ciudad Perdida, para quedarnos luego unos días en la coste del Caribe colombiano (probablemente Taganga). 
Antes del 15 de Noviembre volveremos a estar en Bogotá pues las vacaciones de mi primer compañero de viaje acaban ahí y empieza mi aventura en solitario :)


La ruta que he inicialmente esbozado consta de tres partes:

- La primera partiría de Bogotá y finalizaría en la Argentina, allá dónde finalmente decida quedarme para hacer algo de cooperación, con aproximadamente esta distribución de tiempo:  

Colombia - Ecuador - Perú - Chile/Argentina (siguiendo la cordillera andina)
Con la idea de pasar las navidadeds en el profundo Sur argentino...
(desde el 1 de Noviembre hasta Navidades...)
 
- La segunda será el periodo de trabajo voluntario, que probablemente lleve a cabo en Argentina, aunque está aún por definir, serán unos 2 ó 3 meses según mis planes... 
(digamos desde Enero/Febrero hasta Marzo/Abril)

- La tercera será el viaje de vuelta hacia el norte, por el interior del continente:

Argentina-Uruguay-Paraguay-Bolivia-Perú (considerando Lima como posible final)

Aún no tengo clara la duración de estas dos últimas partes, pero será de otros 2 meses aproximadamente (desde Marzo/Abril hasta Junio) aunque como he mencionado antes, esto está pendiente de que cierre el tema del voluntariado con alguna ONG.